La Raqueta Subversiva #10
Quién es la mejor tenista de la historia? Parte I
Suzanne Lenglen
Intro
En esta saga que vengo desde hace un tiempo escribiendo, pasamos a ver al sector femenino, que estaba requerido por lectoras y lectores. Y también está complicado saber quien es la más grande de la historia. Cuando termine esta saga, veremos de elegir el y la candidata. Por ahora disfruten lo que viene.
Van a leer la historia de una jugadora increíble, un personaje irrepetible que no sólo fue una pionera en casi todo, sino que muy pocos la conocen. Veamos la vida de Suzanne “la Divina” Lenglen.
Suzanne Rachel Flore (Lenglen), nació en París, el 24 de mayo de 1899. Hija de un empresario del transporte, fue a cubrir en el corazón de su padre Charles, el lugar de un hijo que había perdido apenas nacer, lo cual tal vez explique gran parte de lo que ella hizo en su vida, malo o bueno.
Sus problemas con el asma que la aquejaron toda la vida, llevaron a que su padre (Pappas, para ella), se llevara a la familia al campo y la animara a que se moviera; allí andaba a caballo, corría, jugaba con perros y gallinas y con una raquetita de juguete. Y se hizo experta en un juego de moda para los niños de esa época, el diávolo. A esa destreza le atribuyó su velocidad en los movimientos.
En 1910, “Pappas” Lenglen vendió su empresa, y para evitar los crudos inviernos de la zona se mudaron a Niza, y allí la niña también comenzó a jugar al ping pong. Para sus 12 años, le compró una de las mejores raquetas que había en ese momento, y como le vio condiciones, comenzó a enseñarle en el Niza Lawn Tennis Club, que no era tan chic como el Cannes Lawn Tennis, pero tenía mejores jugadores para practicar.
La hacía jugar largas horas y le ponía pañuelos en ciertos lugares del court, para que les pegara con sus tiros. Si recuerdan, allí fue donde un joven Ted Tinling, a quien vimos en otra nota, la conoció y quedó prendado de ella.
Su padre también la inscribió en una escuela de ballet, para que entrenara su cuerpo y movimientos, cosa que le quedó para siempre en su técnica, y que ella explotó teatralmente durante su carrera.
A los 15 años, perdió la final del Internacional de Francia (no se llamaba Roland Garros, que es el nombre de un aviador y héroe de la Primera Guerra Mundial, que sólo jugaba al tenis como aficionado) y ganó un torneo nacional de mayores.
Esa guerra es la que paraliza su ascenso durante 4 años, en los que su padre contrata a los mejores tenistas franceses varones, para que jueguen con su hija, acostumbrándola a una mayor potencia y velocidad, y dándole un estilo único, agresivo, con subidas a la red, que nadie había visto entre las mujeres.
Hasta 1919, cuando vuelve a los Grandes Torneos y serán sus dominios por 7 increíbles años.
La era Lenglen
Ya con 20 años, Suzanne, que era poco agraciada, con una nariz aquileña, dientes grandes y desparejos y un poco encorvada, manifiesta que por dentro es una fiera asesina con un estilo de bailarina clásica, junto a mucho estilo y audacia para vestirse.
En un partido que fue realmente un “game changer” en varios sentidos, derrota en la final de Wimbledon de 1919 a la super campeona local vigente, Dorothea Chambers, que ya había ganado 7 veces el título y a la que alentaban 8.000 compatriotas, entre ellos, el Rey Jorge V y la Reina María (abuelos de la actual Reina Isabel).
A pesar de sus 41 años, la inglesa dio batalla. Pero Lenglen, con la ayuda emocional de “Pappas”, que estaba en la tribuna, y que en un cambio de lado del tercer set le alcanzó una copa de coñac para darle fuerza, logró ganarle, convirtiéndose en la primera no inglesa en ser campeona allí.
No fue la única de las sorpresas. Lenglen asombró comenzando los games que servía, sacando de arriba como los hombres, y no como acostumbraban las mujeres por debajo de la cintura. Y pegaba inusualmente fuerte, yéndose a la red con unos saltos increíblemente plásticos en cuanto podía.
Pero lo que fue una revolución fue su vestuario: en lugar de las faldas largas, el corsé y las camisas de manga hasta la muñeca (algunas como su rival de ese año, usaban una pequeña corbata!!), usó un vestido de mangas cortas, una bandana como vincha, y una falda sólo por debajo de la rodilla…
Francia, con el ánimo golpeado por una guerra que ganó, pero que la dejó empobrecida y con la moral baja, la convirtió en una heroína nacional y un emblema del glamour
Al año siguiente, volvió a dar que hablar, ya que no sólo le volvió a ganar a Dorothea, sino que se negó a acatar la norma de que la campeona del año anterior comenzaba desde la final directamente, en lo que se llamaba el “Challenge”: el resto de las jugadoras que disputaban un torneo normal, y se ganaban el derecho a retarla.
Ella no, dijo que quería ganarles a todas y comenzó a jugar desde primera ronda. Fue el inicio del mito, de la leyenda que excedió las líneas de la cancha.
Veamos:
Desde 1919 a 1923 y 1925 ganó Wimbledon, sin perder un set. En 1924 perdió en semis por problemas con su asma
Entre 1920 y 1926, ganó por seis veces consecutivas el Campeonato de Francia también sin perder un solo set. El de 1924 no se jugó
En 1920 ganó dos medallas de oro y una de bronce en los Juegos Olímpicos de Amberes. En singles en todos los partidos, perdió 4 games, 3 de ellos en la final!
También es dueña de varios récords históricos: es la única jugadora que ganó Wimbledon en singles, dobles y dobles mixto el mismo año (1920, 1922 y 1925
Tiene una racha de 181 triunfos al hilo entre 1921 y 1926
En su carrera jugó 348 partidos y perdió…7!
En 1921, para conseguir fondos para la reconstrucción de una Francia devastada por los efectos que perduraban de la guerra, viajó a Estados Unidos para jugar exhibiciones con Molla Bjurstedt-Mallory. Al llegar le dijeron que la habían anotado en el Internacional de USA, y encima, como no había cabezas de serie, le tocó contra Molla en la segunda ronda, que era la campeona vigente. Perdió el primer set 6/2, y en el segundo comenzó con sus problemas de asma y a llorar. Abandonó el match y se fue abucheada, y la prensa se ensañó con ella diciendo que era mala perdedora. Ella, furiosa, y por prescripción médica, canceló todas las exhibiciones. Nunca más volvería como amateur a ese país.
Pero se tomó revancha; al año siguiente le ganó en la final de Wimbledon por 6/2 6/0 en 26 minutos!!! en lo que es la final más rápida de un Gran Slam alguna vez jugada.
La Divina
Ese apodo vino del combo que hacía entre su juego preciso y agresivo, su vestuario exótico, y su personalidad histriónica, extrovertida. No tenía problema en tirar la raqueta contra el piso ni contra la red, si no le salían las cosas, aunque claro, como ganaba todo, no sucedía mucho. De hecho, se rumorea que no hizo una doble falta en 3 años…
“Las rivales cuentan los puntos y no los games cada vez que juegan contra ella”, solía decirse en esa época.
En 1921, cuando dominaba el tenis por completo y su glamour era una marca, hizo un contrato con Jean Patou, un empresario de la moda, rival de otra grande: Cocó Chanel, quien le empieza a diseñar todo su atuendo, y populariza “la mode sportive”
Su “uniforme” consistía en un vestido plisado de una pieza, y medias blancas, “zapatos Lenglen” color blanco con suelas de goma crepé. Y sus cejas “dibujadas” en un solo trazo firme. Cuando terminaba los partidos, se ponía un cardigan con un monograma con su nombre bordado.
En 1929, la revista “Vogue” publicó un reportaje que decía: “Hay un nuevo modo en París, indiscutiblemente nuevo y diferente”, “Y estas nuevas modas son el triunfo de la joven atlética sobre todos en el mundo: creadoras, mujeres inteligentes de posición reconocida, y la industria del vestido en general “.
La plástica del tenis de Suzanne era tal, que el gran compositor Claude Debussy se inspiró en esos movimientos para su obra “Juego”, una pieza escrita para el ballet ruso de Sergei Diaghilev, con coreografía del gran Nijinsky.
En la gira profesional que cerraría su carrera, conoce en EEUU a Douglas Fairbank y Mary Pickford, con quienes entabla una gran amistad, y Suzanne aparece en cortos y anuncios publicitarios.
1926
En ese año se produjeron dos hechos clave en la historia del tenis femenino:
En febrero, en el Carlton Club de Cannes, disputó su único partido contra Helen Wills Moody. Con 20 años de edad, Helen ya había ganado dos veces el Abierto de los Estados Unidos, y dominaría el juego femenino a finales de la década de 1920 y comienzos de 1930, de la misma forma que Lenglen lo había hecho desde 1919. Fue un anuncio del cambio de guardia.
La publicidad por la final del torneo “el partido del siglo” (sí, ya se decía así en esa época) provocó un aumento de los precios de las entradas. Hasta los techos y en las ventanas de los edificios había espectadores. Lenglen ganó ajustadamente 6/3, 8/6 ante 8.000 franceses delirando, pero sufrió tanto que su padre le dijo que no jugara más contra Wills, ya que perdería. Su hija cumplió, nunca más la enfrentó.
Pero 4 meses más tarde en Wimbledon, hubo un incidente serio que cambió para siempre su vida, y, en cierto modo, el tenis femenino.
La Divina tenía, fuera de la cancha, una vida agitada, le gustaba trasnochar, cambiar frecuentemente de acompañantes y vivir la típica vida loca de la Europa de los 20, y por supuesto, detestaba despertarse temprano.
Los organizadores le programaron dos partidos seguidos de singles y dobles, para acomodarse a los horarios de la Reina, que quería verla jugar. Pero ella se enojó, lloró y se vistió, pero no se presentó en la cancha. La amenazaron con descalificarla y al final, le permitieron jugar un par de días más tarde, pero la Reina molesta, no asistió, y se ganó la reprobación del público.
Tras ese incidente, Lenglen abandonó el tenis amateur y se dedicó a jugar “profesionalmente”, es decir, por dinero, en Estados Unidos. Dijo que abandonaba “la esclavitud” del tenis amateur, y que en realidad no era tal, sino que los jugadores recibían dinero por “viáticos” como una manera de pagarles sin reconocerlo. Y se peleó con la Federación de su país.
En 1927 le pagaron 75.000 dólares por una gira en los Estados Unidos y Canadá, en una serie de partidos contra la local Mary Browne. Esta había sido campeona de su país entre 1912 y 1914, y había llegado a la final del Internacional Francés de 1926 con 35 años, aunque perdió con Lenglen 6/1 6/0.
Jugaron 38 partidos, en todos ganó la Divina, pero quedó tan agotada, que le recomendaron que descansara un período largo por su asma. Pero a fin de ese año, con 28 años, se retiró del tenis
Varios
También escribe un libro de referencia sobre la técnica del tenis, y se convierte en una embajadora del tenis femenino.
Cuando eligió retirarse de la competición, puso una escuela de tenis en París con el apoyo económico de su amante Jean Tillier, al lado de las actuales canchas de Roland Garros. En 1936 fue reconocida como centro de entrenamiento federativo por la federación francesa.
En junio de 1938, la prensa francesa anunció que se le había diagnosticado leucemia. Quedó ciega y murió el 4 de julio de 1938.
En 1978 fue aceptada en el “International Tennis Hall of Fame”, siendo la primera francesa en lograrlo, y desde 1994, el segundo estadio del Abierto Francés lleva su nombre.